Para acudir a su cita Yurpy Chumac, espero que sus hermanas se durmieran, cuando pensó que estaban dormidas, salió sigilosamente en puntas de pie al encuentro del amado, y cuando fuera de su palacio estuvo, emprendió veloz carrera al encuentro de su amado, dueño de su amor y de su honra. Creía Yurpy Chumac que sus dos hermanas jamás llegarían a descubrir su fuga, pero el destino les reservaría una amarga verdad; al despertar Jurpy Lliaquynanquy, se dio cuenta que no estaban una de sus hermanas, era que Yurpy Yulac sospechó que algo raro sucedía a Jurpy Chumac, por lo que fingió dormir para luego seguirla a prudente distancia. Jurpy Lliaquynanquy, angustiada por la ausencia de sus hermanas, salió del palacio en busca de éstas; la noche era clara, la luna dominaba el cielo, el viento nocturno murmuraba un lamento, el búho y la lechuza dejaban escuchar en el silencio de la noche sus fatídicos cantos agoreros, anunciando gran desgracia a las tres princesas.
Jurpy Lliaquynanquy va a el encuentro de su hermana en un lejano paraje, al llegar ve a su hermana Yurpy Yulac escondida como mirando algo, esta le hace una seña con el dedo índice para que guarde silencio, y susurrando le dice: "Mira a nuestra hermana con el hombre a quien yo amo". Con la voz entrecortada por el dolor y la angustia contesto Jurpy Lliaquynanquy: "A mi también me ha engañado, me juró su amor y yo le correspondí". La luna y las estrellas se escondieron detrás de las densas cortinas de nubes para no ver y ser testigos de tanta amargura y desdicha. Las Hermanas caminaban torpemente cogidas de las manos cuando rodó una piedra que las delato, Topayra se volvió veloz como un felino a la dirección de donde provenía el ruido, y al ver a las dos princesas, -también sus amantes-, huyó como un cobarde perdiéndose en la oscuridad de la noche. Jurpy Chulac quiso hablar, pero sus hermanas se lo impidieron y a la ves le dijeron: "Lo hemos visto todo, el hombre que ha mancillado tu honra, también a mancillado la nuestra; el hombre que te juro su amor, también nos las ha jurado a nosotras; el hombre que se embriago con tus caricias, también se embriago con las nuestras".
Abrazándose las tres hermanas en la majestad silenciosa de la noche, humedecieron las arenas con sus lágrimas y juraron por todos los dioses, castigar y vengarse del culpable de su desdicha, grabando su nombre en sus corazones. Cada una llamó a sus más leales guerreros y unidas con sus ejércitos marcharon en busca del traidor. Avisado Topayra de que un ejército se acercaba en son de guerra, subió a lo más alto de su fortaleza para comprobar la verdad; el panorama no era el más amistoso, ordenó a sus guerreros que tomasen sus puestos de combate, marchaban a la cabeza del ejercito atacante las tres princesas cubiertas de negro para vengar su mancilla o tal vez morir en lo más fiero del combate. Cuando los dos ejércitos se disponían para la lucha, una de las doncellas que sabia del secreto de sus desdichas señoras, corrió donde su Inca y señor, y pidiendo clemencia contó la desgracia a su alteza. Indignado el Inca llamó a sus magos y les pidió en nombre de sus dioses, castigar al traidor Topayra y a sus infieles princesas.
Rasgándose sus vestimentas y quitándose la mascaypacha el Inca pronuncio junto a sus magos un terrible conjuro, tanto así que se oscureció el día, el sol negó su luz, los relámpagos zigzaguearon por el espacio, las nubes soltaron sus aguas retenidas en sus entrañas, tembló el suelo. Cuando el Dios Sol volvió a alumbrar la tierra, el pueblo había desaparecido, la fortaleza y los guerreros de Topayra se habían convertido en rocas, las tres princesas se transformaron frente a la fortaleza en tres cerritos dentro del mar; sus blancas túnicas de vírgenes del Sol, se convirtieron en arena blanca, las que son movidas y besadas por el viento, y sus guerreros en pequeños montículos de roca en la orilla del mar, bañados eternamente por su blanca espuma.
Cuando la noche es oscura y ruge el viento con violencia, dicen que es la cólera del Inca; esas noches son raras, pero en esas noches raras se dice que salen las tres hermanas de su encantamiento, vestidas de negro llorando su desdicha por las pampas de Marcona. El vulgo las ha bautizado con le nombre de "Viudas", son las tres princesas encantadas, son las tres hermanas deshonradas y maldecidas por el Inca.
Oh caminante! ¡Oh viajero!....cuando pases o vayas a "TRES HERMANAS", mira los tres cerritos dentro del mar, son las tres princesas encantadas, mira los montículos de rocas a orilla del mar, son los guerreros de las princesas; mira hacia el sur frente a los tres cerritos de piedra y veras, en la roca, un rectángulo en forma de una puerta de tres metros de altura, es la puerta de la fortaleza de Topayra. Con él cautivo eternamente en sus entrañas, sobre ella se estrellan las rugientes olas del mar, es la furia de las princesas, y cuando en la noche oscura oigas lamentos o un llanto de una mujer, es el pesar de las tres hermanas, las tres princesas que vestidas de negro, salen de su encantamiento a recorrer las pampas de Marcona, otrora su pueblo, a llorar sabe Dios hasta cuando su desdicha y condena. Por eso nadie se atreve a cruzar la pampa y la playa de noche, por que hay la creencia que en esas noches se puedan topar con las viudas de esta historia.
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Creemos que es de carácter obligatorio, que el autor de dicha "leyenda", escriba su nombre. Para poder refutarlo y confrontar su cuento de moderna invención, con una verdadera y auténtica leyenda.
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